El aprendizaje y la sabiduría dota de medios para resolverse en la vida, la ignorancia nos hace inútiles. El exceso de conocimiento nos abastece de prepotencia y el exceso de modestia revela la escasa medida de nuestro conocimiento. La sólida confianza y la honesta integridad del individuo emergen de criterios que revelan ser coherentes e irrefutables, pero se tiende a dotar con extrema inmediatez, como pauta de certeza, todo aquello que se obtiene del diálogo concedido, asignándole una total credibilidad y escaso margen a la duda y al debate, lo que con facilidad nos vuelve testarudos a expensas de evitar cómo se tambalean axiomas básicos de nuestros principios. Esto genera dificultad a la hora de abrirse a otros puntos de vista que pueden resultar tan certeros y respetables como los asumidos.

"Somos incorregibles y ante la evidente equivocación preferimos apostar por excusas y hacer oídos sordos a lo expuesto antes de reconocer el error. Tendemos a sentirnos en posesión de la verdad bajo la máxima de obviar lo que nos incomoda.

"instaurados en el sitial de la ilustración. "Nada sabemos aunque de todo entendemos". Solo sé que no sé nada (Sócrates). Cuanto más sé, más grande veo mi ignorancia (Albert Einstein)."