Atrapado en la superficie pétrea de un elemento esférico cubierto de cambiantes ciclos atmosféricos que le protegen y aportan elementos para la vida, el morador de éste planeta siempre ha sucumbido al deseo de elevar la vista con un cierto grado de admiración y curiosidad por todo aquello que ha permanecido fuera de su alcance. De ahí que adquiera vital relevancia la facultad de mostrarse excelente observador. Con muchos años de evolución a las espaldas ha logrado que la mayor parte de sus conocimientos se adquieran a partir de la observación. Se mejora con la contemplación, que es una observación paciente, se extraen las mejores conclusiones a partir de un minucioso análisis visual y a pesar de haber establecido peculiares sistemas pedagógicos que le han permitido con mucha mayor profundidad un estudio pormenorizado y extenso del entorno, se puede concluir que se ha vuelto íntegramente mirón, placentero espectador, voyeur de la curiosidad visual. Sin duda esa es una de sus principales armas y con el incentivo de esa praxis ha llevado a cabo proyectos como la construcción del telescopio Hubble, quizás puede que lo más parecido a un ojo divino. Su práctica le ha introducido en la mística de lo desconocido, le ha vuelto espía del presente y narrador de sucesos que acontecieron en un pasado remoto, el destierro de la vista bien podríamos apodar. Es referencia única que posibilita asomarse a lo más distante e inexplorado, ubicándole en el plano interestelar a escala cósmica y ese no es un límite, ése será el comienzo de algo más que ambiciosas aspiraciones.

"Emplazamiento de observación del telescopio Hubble."