Ahora que apenas conocemos un ínfimo, nimio pero intrigante grano de arena, partícula inapreciable del cosmos y que no ha surgido aún eventual oportunidad de encontrar entre lo estudiado referencia posible alguna a la presencia de vida orgánica en cualquiera de sus formas, se antoja necesario otorgar reconocido mérito a la aparición de algo tan dispar al resto de elementos conocidos como lo fue la presencia del ser humano. Una pequeña chispa de color y de ingenio, capaz de idear y recrear estructuras cuanto más insólitas como ignotas hasta el momento mismo de su origen. Con tan sólo el mero hecho de aportar ilusión y pasión a las cosas, cualidades sin parangón nunca antes conocidas, el desarrollo de una conciencia perceptiva y la primigenia y original forma de comunicación que sin duda son los sentimientos, ha roto los esquemas del rígido y estructurado orden de sucesos físicos, químicos y matemáticos que han regido las leyes del caos ordenado que invade éste casi infinito espacio, gestando la posibilidad de que sucedan acontecimientos elegidos de manera reflexiva, teniendo el coraje y la fuerza para creer en la posibilidad de cambiar el curso de las cosas, trastocando para bien ó para mal su entorno adaptándolo a conveniencia y dotando a su persistencia de una oportunidad futura.

"Algo tan exclusivamente humano como lo es la celebración de la vida misma, sus hábitos y su bienestar es huella única irrepetible de su paso por el universo."