La amenaza en sí es ya un acto de agresión. Es un primer paso en el comienzo de la guerra fría que parte de la intimidación por medio de la provocación, un desafío para indagar en la capacidad de respuesta y en la predisposición a mantener el reto ó de retractarse del adversario, es participar del juego psicológico amonestando con el asedio del miedo. Dar el primer paso no sólo trasmite un subliminar mensaje de estar dispuesto a todo, sino que increpa al contrario a que sopese sus fuerzas antes de adoptar una decisión definitiva. Poner en movimiento con celeridad una flota, escuadrón ó dispersar plataformas de misiles en territorios anexos al enemigo señalando a ciertos puntos estratégicos, es asestar el primer golpe por sorpresa para paralizar la tentativa del contrario evitando el modo retorno en caso de respuesta. El poder es la suma de las fuerzas y el armamento, entre todas ellas seguramente, la de mayor peso específico y por ello, los que pretenden escalar al grado de superpotencia dotan en sus presupuestos de ingentes inversiones en elementos armamentísticos coercitivos que más temprano que tarde seguramente tendrán su uso.

"Cañones de gran calibre dispensan fuego en mares de guerra. Ejercicio demostrativo del dominio por la fuerza.".