Se erigen colosales estructuras que superan sobradamente el ciclo de vida humano, entre otros motivos con la excusa de postergar la memoria y el prestigio de aquellos que lo llevaron a cabo y como exhibición a la supremacía de ciertos individuos. Con ello el hombre no hace sino reconocer que su mortalidad no es una cualidad optativa y que la complexión de su estructura biológica, a pesar de haber logrado en su evolución una increíble perfección, está sujeta a una planificada fecha de caducidad, alternativa por la que optaron sus antepasados congéneres. Su singular amalgama de materia se construye y deconstruye por sí sola en períodos transitorios y lo único que hoy por hoy éste puede hacer a su favor es ralentizar su deterioro. Se ha permitido eso sí, adquirir la práctica necesaria para invadir el blindado entorno de éste sistema para realizar los cambios, alteraciones y sustituciones que le permitan subsanar las deficiencias que en él surjan a fin de poder prolongar dicho ciclo. Una maravilla de la ingeniería natural que el hombre no hace sino por imitar y copiar en muchas de sus edificaciones.

“Decapado quirúrgico del torso humano."