Aquí el hombre no es amo y señor de nada, sino —en virtud de su percepción y de sus intuiciones, por su nivel de conciencia— parte de todo. Las nubes, las hormigas, los amaneceres, los ocasos, las llanuras, las selvas, los jaguares, los monos, los gusanos, los pájaros, los ríos, los demonios y los santos son una sola realidad sin fracturas, mutable, dinámica y porosa, abierta a los avatares del tiempo.



Poeta Dimas Lidio Pitty / 2014

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Crónicas de Clamor y Barbarie


Antecedentes:

El viernes 13 de septiembre de 1985, a las siete de la noche, en compañía de Raúl Vásquez Sáez, Julio Lambert Ortiz y Migdelia Acosta Ledezma, con el apoyo de la comunidad de artistas plásticos de San José, Costa Rica, inaugurábamos una muestra de arte panameño en la Sala Jorge Debravo, en Cuesta de Mora, regentada por el Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes del hermano país.

Ante algunas tropelías y desafueros, de los burócratas de ese ministerio, habíamos decidido realizar, en acto de protesta, la inauguración y clausura inmediata de la exhibición. A tales efectos, cortada la iluminación eléctrica, a la luz de candelas (velas) lanzamos una proclama-manifiesto en lo que denominamos “Acción de Arte Ñuwō”. Reivindicábamos la dignidad de la cultura y del arte. Y dejábamos establecido el inalienable derecho de los pueblos a la Cultura y el deber insoslayable de los estados, y el aparato gubernamental, a promover de suerte digna tal norte. De igual anotamos los fraternos e indisolubles lazos que mueven a los cultores de las artes en nuestro entorno mesoamericano.

Lejos estábamos de los acontecimientos que, en paralelo, se desarrollaban en la ubérrima región chiricana, concretamente en la ciudad de La Concepción, distrito de Bugaba, y que culminarían, esa misma noche, con un cuerpo decapitado, inserto en un bolsón del correo estadounidense, arrojado en el puente La Vaquita, de la comunidad del Roblito, en Laurel de Corredores, en tierras costarricenses.

Ese domingo, 15 de septiembre de 1985, en San José, leí una muy breve nota en un medio de prensa que informaba sobre el hallazgo del cuerpo y sus circunstancias. Solo eso. No había detalles. Pero la chispa había sido encendida. Para el lunes, los medios de prensa de Costa Rica y Panamá, especulaban sobre la identidad del decapitado y con la posibilidad que fuese el Dr. Hugo Spadafora Franco.



Manuel E. Montilla / 2021