El tiempo se disuelve cuan terrón de azúcar por cada breve momento de ilusión que me procura expectativas de cambio. Sufre emocionada la vanagloria al saber que el camino no es tan tortuoso ni confuso, cuando apenas se percibe que la niebla desaparece en la mayor parte del camino. Las buenas nuevas acarician al paladar y se saborean como miel en labios ávidos de dulce, que ansiosos se relamen. Vértigo de prisa por no parar hasta que llegue el momento de plasmar y trasmitir toda ésta explosión de júbilo en mis esbozos, que no desean la pausa hasta encontrar el momento último de la rúbrica. Se cuentan por minutos las horas, cada vez que mi mente descansa entre los sensibles bastones de la imaginación, turbada en el desenfreno hasta el reconfortante logro de una nueva creación. Entonces... llegan el sosiego, la quietud del sueño y ¡¡¡una agradable sonrisa!!!

"La vida sin ilusión no es vida, la ilusión no es posible sin los sueños y soñar es barato, por lo que aferrarse a la vida no es extremadamente difícil. Ahora bien cuando la ambición apunta a cotas excesivamente altas, entonces los sueños se resuelven inalcanzables, para entonces tan sólo el grado de conformismo individual determinará el nivel de felicidad".