La mujer evolutivamente contrajo una deuda con la raza humana al ser el individuo que asumió el papel predominante a la hora de llevar a cabo la milagrosa labor de la gestación y desarrollo de los embriones humanos en el interior de su cuerpo. Pero el rol que hasta hoy venía desarrollando en el proceso del ciclo reproductivo ha cambiado y está cambiando radicalmente. Los fármacos han posibilitado la opción de que sea la mujer la que decida cuándo y de qué modo prefiere concebir a su futuro hijo. Ya no es, ni queda al antojo del "libre albedrío" ese momento en el que una madre ha de quedarse embarazada y parece entreverse que sin duda, cada vez está más cerca ese logro por el que la mujer quedará liberada de la deuda no contraída, pero sí voluntariamente asumida que ha arrastrado por siglos ante la imperiosa necesidad de preservación de la especie.

"Una futura madre, planifica clínicamente la idea de formar familia mediante la fertilización de un útero artificial, al que se le aplicará el material espermático elegido de antemano por sus óptimas cualidades físicas y saludables De un mar de flujo seminal captura el material suficiente para lograr desarrollar un bebé probeta nacido del deseo individual de un sólo progenitor".