Un elevado cúmulo de responsabilidades, tareas complejas por atender que impliquen una toma rápida y certera de decisiones, entre otras dispares variables, sitúan al individuo en un estado de continua angustia y un elevado nivel de estrés. Ésta situación dilatada en el tiempo origina, por propia autodefensa, un efecto de aversión hacia ciertos asuntos que le inducen a tratar con cada vez una mayor demora toda aquella actividad que le resulte menos grata. El hábito a retrasar actividades ó cuestiones que deban atenderse sustituyéndolas por situaciones más irrelevantes o menos incómodas, son un principio de evasión de responsabilidades. El perfeccionismo extremo o el miedo al fracaso son factores evidentes para posponer tareas, en definitiva para la procrastinación.

" El agresivo hostigamiento bajo el cual ejerce su actividad laboral el sujeto, "in crescendo" en cuanto a retos, modo y grado de complejidad, le exponen a ser centro responsable de un bombardeo de actuaciones embarazosas que su inconsciente rehúye".