Ciertas situaciones de riesgo hacen que el cuerpo incremente los niveles hormonales de adrenalina. Expuesto el organismo a ésta condición, en momentos reales ó ficticios que entrañen supuestos trances que el cerebro pueda interpretar como amenaza, ésta actúa originando entre otros efectos la segregación de dopamina, neurotransmisor multifuncional que regula el placer proporcionando sensaciones de bienestar. Quizás sea por ello que el ser humano sienta cierta atracción por situaciones en las que aun existiendo peligro cierto, busque en su espíritu de alcanzar el límite, actividades que le expongan a perder la vida en el intento. Bien es cierto que ello le hace partícipe de un gran reconocimiento y admiración a la vez que un estímulo a su espíritu inquieto. El mérito radica en lograr mantenerse en el constante equilibrio entre la vida y un conato de proximidad hacia la muerte.

"Expansión del flujo arterial como resultado del incremento añadido de presión bajo circunstancias de elevado estrés. Mi juventud quedó marcada por la proyección de una secuencia en la que un lidiador era dramáticamente embestido por un cornúpeta, llegándole a seccionar la yugular y provocándole la muerte en el acto. No todos los actos de riesgo son malogradas situaciones de suerte, pero son muchos los momentos en los que el riesgo juega a pasear con la tangente al eje de la yugular"