Una vez que ya se ha impuesto y nos hemos establecido en una economía de mercado, habiendo logrado que todo lo que nos rodea forme parte de un sistema de compra-venta y entendiendo que nosotros mismos mercadeamos en él como un subproducto más dispuesto y disponible para aportar nuestro esfuerzo, talento y cualidades a fin de ser útil al sistema productivo, no hacemos sino que preparar y encauzar nuestras vidas en pos de formar parte de ése mercado en el que a disparidad de otros elementos, nosotros somos la única pieza esencial del proceso tanto productivo como consumitivo, que permite hacer que ese sistema no se detenga. Nos ofrecemos a trabajar integrándonos en una cadena de producción que nos exige un elevado esfuerzo de rendimiento, a la vez que nos reporta unos ajustados réditos cuyo propósito final radica sin duda en que reviertan nuevamente en el círculo vicioso del consumo.

"Carros, cestas y nuestro insaciable hábito de consumo agitan con premura de tránsito los grandes centros de comercio en afán de abordar a tiempo el período de rebajas".