El acentuado interés por lograr una vida saludable ha ido en in crescendo a medida que se han ampliado nuestros conocimientos acerca de la importancia del cuidado personal y de una alimentación equilibrada y saludable, deparando amplios beneficios en la prolongación y lo que es más importante (unido a la variedad más efectiva de medicamentos) de la mejora de nuestra calidad de vida. Pero contradictoriamente cuanto más saludables nos hacemos, más contaminación proyectamos sobre el entorno en que nos movemos. Los mares, océanos y playas, cada vez más plagados de residuos indigeribles, impregnan de toxicidad la cadena alimentaria. El aire pestilente de dióxido de carbono vuelve intransitable las calles, en las que realizar ejercicio no resulta muy aconsejable ni saludable y peor aún si se opta por un entorno público cerrado que está supeditado a la inhalación de aire mal ó escasamente depurado.

"La sostenibilidad del entorno marino ha sido sometida a la sobrexplotación, el trastorno ambiental y la diseminación de residuos industriales. Sus moradores son ya incapaces de subsistir bajo esa coyuntura”