Es posible que la supervivencia y una elevada sensibilidad humana sean incompatibles. Por el mero hecho de vivir, con mayor o menor intensidad y de manera más o menos involuntaria, tendemos a herir ó a proyectar dolor sobre el ajeno. Por la admitida facultad de que existe la diversidad libre de pensamiento, se otorga el acuerdo de que se pueden generar divergencias e intereses contrapuestos entre individuos y se ha de asumir por ello, que la toma de ciertas decisiones y actos en su procedimiento pueden generar dolor por contravenir los principios de amistad, cordialidad, convivencia ó solidaridad.

Nunca quise ser parte de ese tipo de individuos insensibles que inconscientes despachan en derredor suyo el dolor y los sentimientos heridos. No quise figurar como un ausente de sensibilidad que hipócritamente derrocha el desparpajo del que manifiesta exigua importancia ante el hecho de afligir vanamente.

"Una pila de máscaras ocultan el rostro de aquellas ingenuas personas que en alguna ocasión resultaron ser verdugos, las máscaras de la gran mayoría, que por una u otra razón hemos procurado imprudentemente el sufrimiento ajeno, que seguramente visto desde otra perspectiva hubiera resultado innecesario. Sobre nuestras cabezas, como espada de "Damocles", pende un cúmulo de lágrimas, inquietante experiencia de dolor. En unas ocasiones nos situaremos en el grupo inferior de los verdugos y quizás en otras formaremos parte del conglomerado superior como meras víctimas"