Mengua nuestra capacidad de trabajo, menguan nuestras inquietudes y nuestra vida. Se pierde parte de la ilusión cuando nuestras aptitudes merman y diezma la forma en que sentimos y percibimos todo con el paso de los años. El olor a insípido y a insustancial empapa aquel brillo que resplandeció durante los años de lozanía. El tiempo juega a perseverar con ese intenso y persistente ritmo que tan difícil resulta ya de acompasar. De manera anodina nos dejamos llevar por la gratificante contemplación de los que rebosan energía. Todo se saborea con una mayor intensidad ahora que se ha perdido parte de la cualidad gustativa, pero por el contrario se le saca mayor partido a todos esos minúsculos pedacitos de dulce chocolate que quedaron depositados en los resquicios de entre muelas. Se fatigan las sensaciones, las emociones flojean y el ánimo aminora, es síntoma de laxitud. Nuestro organismo se relaja por necesidad y olvida prestarle íntegra atención a las impresiones proyectadas por las sensaciones.



"Experimentar y percibir sensaciones son el argumento, el hilo conductor de los sentimientos. Si las sensaciones languidecen, si nuestra percepción empobrece nuestra emotividad se agota."