En la vasta producción de Carlos Alonso su relación con el mundo de la creación es un tópico recurrente. Alonso ha tematizado al arte y a los artistas como sujetos de su obra. La obra "Retrato de Pedro Pont Vergés" (1980) obtuvo en 2012 el Gran Premio Homenaje del Banco Central de la República Argentina y es bien expresiva de ese fecundo indagar de Alonso en las entrañas mismas del creador y su circunstancia.
En el "Retrato de Pedro Pont Vergés" estamos frente a una pintura con varios niveles de representación, cuyo límite físico es el marco y su terreno, la tela. Dentro de ella hay otro cuadro, que es el que está pintando Alonso: el caballete, los pomos y pinceles aportan pistas de este proceso, aun inconcluso. Y como referencia de ello, en el costado superior derecho del lienzo, que no es el lienzo, una pequeña foto del retratado que tampoco es una foto. Todo es especular en esta pintura: esa extraña ambigüedad que, de Velázquez a Magritte, hizo de la “representación de lo real” un juego de apariencias. La “mentira” que anida en el arte para volverse su propia verdad. Y es ese juego, equívoco si se quiere, el que ha usado Alonso, desde aquella memorable muestra Todo Lino, para relacionarse con los maestros que ama: sus referentes, de un Rembrandt a un Van Gogh y un Spilimbergo, a sus contemporáneos y colegas, como Pont Vergés, presente acá como en las napas sucesivas de un recuerdo.
(Texto: Alberto Giudici)