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Retrato de Don Sebastián Garcia de Huerta

Diego Velázquez

Retrato de Don Sebastián Garcia de Huerta

Diego Velázquez
  • Fecha: 1628; Spain  
  • Estilo: Barroco
  • Género: retrato
  • Media: canvas
  • Dimensiónes: 121 x 101 cm
  • Orden Diego Velázquez reproducción de pintura al óleo
    Reproducción
    de orden

Pintado antes de su primer viaje a Italia, el retrato de Sebastián de Huerta es una de las recuperaciones más importantes al catálogo de Velázquez. Publicado por August L. Mayer y por José López-Rey, la figura del Secretario de Felipe IV y del Tribunal de la Santa Inquisición nos permite acercarnos a una de las etapas menos conocidas de la vida del pintor de la que además han llegado hasta nosotros pocos cuadros.
Don Sebastián García de Huerta (1576-1644), ha sido reconocido por sus cargos de capellán de la Iglesia de santo Domingo «El Antiguo» desde 1590, Notario Apostólico de la catedral de Toledo (1611), Secretario del Arzobispado (1612), y de Licenciado en Derecho por la Universidad de Toledo (1615). Y principalmente, como Secretario del Supremo Tribunal de la Inquisición (el 12 de diciembre de 1616) y Secretario del rey Felipe III y Felipe IV en el Real Consejo Supremo de la Santa Inquisición.

Nacido el 20 de enero de 1576 en la villa de La Guardia, pequeño pueblo situado a 55 km de la ciudad de Toledo, sus padres confiaron su educación al tío materno, el presbítero Francisco de Huerta († 1590), capellán mayor del convento toledano de Santo Domingo de Silos, más conocido como Santo Domingo «El Antiguo». Años después, hacia 1697, García de Huerta –Sebastián de Huerta como firmaría los documentos desde muy pronto– estableció una relación profesional con el cardenal Bernardo de Sandoval y Rojas (1546-1618), arzobispo de Toledo desde 1599 e Inquisidor General desde 1608, que le situó en una posición privilegiada tanto para su carrera eclesiástica como política, y también desde el punto de vista de sus aspiraciones culturales.

La labor de mecenazgo de Sandoval y Rojas, más allá de su amistad o apoyo a algunos escritores importantes como Fray Luis, Lope de Vega o Cervantes, está representada artísticamente por dos lugares de especial relevancia para nosotros: la capilla de la Virgen del Sagrario de la catedral de Toledo realizada por Juan Bautista Monegro –en la que Huerta se implicó activamente– y la fundación del convento de las monjas Bernardas de Alcalá de Alcalá de Henares (1613-1626), proyecto con el que don Sebastián tuvo de nuevo la oportunidad de trabajar con artistas vinculados a la Corte, como el arquitecto Juan Gómez de Mora o el pintor Ángelo Nardi, que sería pintor del Rey desde 1625.

Debe de ser antes del primer viaje a Italia de Diego Velázquez, en 1929, donde se podría situar la fecha de ejecución de nuestro retrato. Don Sebastián quiso «con el ejemplo que Sandoval y Rojas le diera, levantando la Capilla del Sagrario [en la Catedral de Toledo], labrarse también su sepulcro y el de sus padres en su pueblo natal», como relata José María Campoy, permanecer en la historia a través de la imagen. Están documentados dos retratos del Inquisidor; quizá uno con una finalidad privada, el que nos ocupa (121 x 101 cm), conservado en la casa familiar de La Guardia hasta su venta en 1929, y otro, algo más grande (140 x 108 cm), expuesto en la sacristía hasta que desapareció en la Guerra Civil.

En 1929 la familia García de Huerta vendió el cuadro a un anticuario madrileño, cuyos herederos son los actuales propietarios. Don Sebastián murió el 10 de agosto de 1644, después de haber realizado testamento y escritura de su fundación benéfica. El primer historiador del arte que se ocupa de nuestro retrato en el siglo XX es el hispanista August L. Mayer en su catálogo razonado sobre Velázquez, donde lo identifica con el Sumiller de Cortina de su Majestad, Juan de Fonseca y Figueroa, personaje al que durante un tiempo se le atribuyeron –quizá sin otro fundamento que lo que relata Pacheco– las necesarias maniobras para dar a conocer al joven pintor sevillano en la Corte.

La primera noticia de este retrato se debe a Antonio Ponz quien pudo verlo en propiedad de los descendientes del retratado en La Guardia (Toledo), donde una copia algo mayor se encontraba en la sacristía de la iglesia parroquial hasta su destrucción en 1936. La atribución al joven Velázquez, sostenida por Ponz con interrogantes, fue rechazada por el conde de Cedillo en su Catálogo Monumental de Toledo «consideradas algunas condiciones de su factura». Fue publicado por August L. Mayer(1936) como obra de Velázquez, suponiéndolo retrato de Juan de Fonseca, y así lo recogió José López-Rey en 1963 entre las obras de atribución dudosa, para excluirlo luego.

Carmen Garrido, Jefe del gabinete de documentación técnica del Museo del Prado, ha recuperado la autoría velazqueña tras un análisis técnico de la obra realizado en Múnich en 2012.

Expuesto en París, 2015, como original de Velázquez.

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