Una falta de aprecio deglutido en propia persona, notorio y visible públicamente cuando es llevado a cabo por los progenitores, lastra en mucho la atormentada fragilidad de un hijo. Un niño a edad inmadura es centro de inseguridad y desequilibrio, motivo cualesquiera que repercuta en su autoestima le originará carencias afectivas de no pocas consecuencias. El intento, pretendido o no intencionado, de hacer prevalecer a unos hijos por encima de otros y hacerlo evidente ante sus ojos ocasiona una motivación para el desapego, engendra la sensación de no haber sido lo suficientemente querido. La falta de cariño puede derivar en dos vertientes según las características específicas individuales bajo las cuales transcurra el desarrollo del mismo. Puede que por un lado se genere la necesidad de aportar en exceso aquello de lo que se careció, el proteccionismo y el mimo en una futura prole ó en su contra un desapego total a la descendencia al evolucionar el carácter hacia un espíritu introvertido, huraño y desconfiado, de animadversión a todo lo que le rodea.

"En general, el comportamiento del alter-ego es la resultante de deseos, ambiciones no satisfechas, miedos no superados, carencias afectivas, frustraciones, quizás decepciones. La duda personaliza el álter ego. Ésta obra referencia -en modo figurado- el carácter del otro yo construido con excentricidades exentas de cohesión."