Una rara incógnita se cruza en mí camino cuando reflexiono sobre lo que Charles Foucold en su día estableció como parte fundamental en la vida y que consistiría en saber elegir entre aquello que se estima como "absoluto" y lo que tan simplemente se establece dentro de lo "relativo" o determinado. Si resultamos ser un objeto altamente casual y nuestra condición no cambiará... ¿qué sentido tiene ir en búsqueda de algo que no se encuentra en el ámbito de nuestro alcance, como lo es el absoluto? ¿no es cuestión absurda perseguir igualmente ideologías que perviven tan sólo en nuestra imaginación? Conseguiremos -puede eso sí que alguna vez suceda- alejarnos de lo relativo si sabemos mantener nuestra impronta, pero siempre formaremos parte a lo máximo como un elemento intercesor entre esa dualidad, sin que éste hecho cambie nuestra condición de insignificantes.

"Como mero objeto accidental que es, el hombre participa cual intercesor, en un duelo simbólico entre lo "absoluto" y lo "relativo". En lo primero debido a su condición de eterno, tan sólo como expresión de posible cabida única en su imaginación y en lo segundo, que es lo "relativo" y a su vez perecedero, como un simple elemento que indaga constantemente en el intento de participar de lo perpetuo".

"Momento de contemplación en el renacer del Ave Fénix, símbolo puro de lo eterno".