Entre ese conglomerado de enfermedades que lista y padece el ser humano más o menos dolorosas, insufribles e intolerables, existen todo un plantel de deterioros y trastornos que no producen síntomas de abatimiento en el propio enfermo pero que provocan enorme desconsuelo y gran alarma social. Son todos aquellos actos que perpetran mentes corruptas, enfermas, sinónimo de personas podridas, cuyos actos repudiables, repugnantes y despreciables tan sólo son de posible concepción en intelectos de pretensiones retorcidas. Individuos que provocan a su alrededor una emanación maloliente, infectados por la obsesión del dinero y la riqueza, capaces de retener y extorsionar inocentes víctimas cuyo único mal ha sido buscar la felicidad, para comerciar con sus órganos sin la más mínima compasión ni clemencia. Redes del negocio sucio que han aprendido a desprenderse del sentimiento y la sensibilidad humana para acabar introduciéndola en el circuito de la pura mercancía. Que han sabido hundir económicamente a familias enteras para obligarlas a vender sus más valiosa posesión, la salud. Son capaces de rebuscar entre los más humildes, necesitados y desfavorecidos estamentos de la sociedad para que se prostituyan en el ilegal tráfico de vísceras, ansia espera de algún adinerado desaprensivo que no entiende de dignidad y que les resulta indiferente hacer del anónimo cuerpo de un obligado donante, mera carroña.

"Expositor de vísceras. Exquisita oferta, exclusiva para adinerados escasamente favorecidos por su natural biología."