En ese pequeño espacio prieto repleto ahora de una gran multitud, inmerso en el oscuro manto del silencio cósmico que es nuestro planeta y que al parecer comienza a dar síntomas de estar superpoblado, se ha desarrollado una especie animal que por encima del resto de seres a los que ha establecido en concordancia a la cotidianidad de sus prioridades, ha visto como su vida queda envuelta en grandes contrariedades y su terquedad ha forjado un callo en los receptores neuronales de su cerebro al no cesar de golpearse una y otra vez sobre la misma piedra. Sabe y entiende perfectamente lo que es y lo que supone la vida, cual por un lado ama y por otro desprecia; lo que es la libertad, por la que de un modo u otro lucha y persigue en un constante ahínco y de otro lado mal saborea; cree y entiende acerca de la necesidad de una sólida noción de justicia, pero opta por que tan sólo se aplique conscientemente a su favor ante la dificultad que le supone el hecho de llegar a entender al opuesto y prefiere el beneficio propio a optar por un ejercicio de solidaridad global. Erige círculos y fronteras acorazadas para respirar una insana diplomacia hipócrita justificada en el intento de evaluar si existe la necesidad de evitar que sus semejantes mueran aplastados por las bombas, por el mero hecho de hacer prevalecer sus privilegios.

"Éste es el geocentrismo de un planeta repleto de seres egocéntricos que comenzaron, en su ignorancia, por deducir que su planeta era el centro del universo y que de un modo u otro no se han resignado a eliminar esa idea su subconsciente."