La sombra es documento de identidad, consorte incondicional y subyugue peregrino. Incluso en momentos de oscuridad se desliza invisible postrada en aceras, muros y segmentos diversos, fiel y contenida pero nunca reprimida. Si lloramos lo hace con nosotros, si gritamos brama en silencio contenido conexo a nuestro quejido, si llueve hace por cobijarse en nuestro propio cuerpo, pero cuando sufrimos ella lo hace sin oportunidad de desahogo. Conocemos su perfil y la burda fisonomía con la que no ha por menos de conformarse, algo eso sí dispar de la nuestra, casi monocroma y en detalle nada definida. Es único testigo honesto e imparcial que puede dar crédito y hacer juicio exhaustivo lícito de nuestra vida. Hoy he notado su padecimiento, su pesar y su dolor y he imaginado su rostro, al que le he querido poner identidad y al que he intentado plasmar. Hoy mi sombra es la protagonista única de mi trabajo y quizás algún día puede que la personifique con el grato sabor del júbilo, pero por ahora prefiero darle la oportunidad para el alivio.

"La sombra no es el miedo, ni es tiniebla, ni tan siquiera sabe lo que es el bien ni dónde se encuentra el mal. En muchos momentos se adelanta a nuestros acontecimientos y su papel depreciado es el de un actor de doblaje que nunca busca afán de protagonismo".