Se emprende un largo camino de intensos años de aprendizaje, tenaz constancia y de incansable preparación entre aquellos que logran ilusionarse bajo el aliento público de la motivación por alcanzar puestos de éxito. Esperanzas vanas suscitadas que quedarán anuladas casi por completo en su mayoría, cuando una vez llegado el momento no se logre superar la densa criba selectiva. El fracaso, no tanto del individuo como del sistema, no consiste en perder la facultad de ser valedor, sino en tan siquiera recibir la oportunidad de saber hasta dónde se es válido, pues en realidad ésta sociedad no tiene cupo para acoplar a todos aquellos que se presentan a la opción demandada. Se merma a todo aquél que no lo logra obtener el ministerio para el que durante gran parte de su vida se ha estado preparando, lo que les convierte en un elemento reposicionado, devaluado a ocupaciones que no corresponden a su preparación, por lo que en nada se les cuantificará en justo esfuerzo y para el cual estará siempre en clara desventaja. Lo peor es que dicha preparación no ha sido gratuita.

“Para que el rompecabezas encaje es necesario reponer todos los huecos con piezas que encajen, el problema es cuando existen más piezas encajables que puestos ocupables, eso genera frustración."