Formas, colores, olores, texturas y sabores. Los sentidos exhalan euforia cada vez que sus receptores quedan atrapados entre la variada y gran riqueza de adjetivos que pueden llegar a identificar. Nuestro cerebro nos pide constantemente información, solicita datos acerca de nuestra realidad y de nuestro entorno y los sentidos le proporcionan las pistas oportunas para que pueda interpretar lo que ellos captan. Esa realidad resulta estar más o menos distorsionada en concordancia a la exhaustividad, el juicio y la correcta interpretación que nuestra mente hace de esa transmisión de información. Los sentidos empapan constantemente sus sensores e inmiscuyen en aquellos pequeños rincones que nos incita la curiosidad para participar de la materialidad del entorno. Las características, el comportamiento y la manera de hacer de la vida de nuestros semejantes es copiada y archivada en nuestro almacén de datos vía origen a través de nuestros sentidos, así como los aromas y colores que atrapan nuestra atención. A fin y al cabo somos un extracto de todo aquello que embebemos y nuestra personalidad es resultado de una interpretación selectiva elegida de todo lo que obtenemos.

"Los sentidos no interpretan, tan sólo leen. No son selectivos ni discriminatorios, es el cerebro el que les infiere el prejuicio de lo bueno y lo malo, lo bello y horrible, lo agradable y lo desagradable. En nada depende eso de lo que los sentidos captan, sino del aprendizaje y las modas que nuestro subconsciente adquiere."