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Cerámica griega

Cerámica griega

Cerámica griega reúne el conjunto de recipientes y el capítulo complementario dedicado a la pintura de vasos griegos. Nacida en el Oriente Próximo, alcanzó en la Antigua Grecia un alto nivel de calidad artística, dejando además importante información sobre la vida y la cultura de los antiguos griegos.


Se conservan numerosos ejemplares de vasos y probablemente representa una parte ínfima de la producción: más de 50.000 vasos provenientes de Atenas subsisten. Por otra parte, los otros objetos han sido destruidos, por el tiempo (madera, tejidos, pigmentos de pintura), o por la mano del hombre, o para su reutilización (piedra, bronce, metales preciosos).


En la Antigua Grecia el torno de alfarero se introdujo, probablemente procedente de Asia, a finales del III milenio a. C. La cerámica autóctona aparece a principios del II milenio a. C. y durante los siglos siguientes se realizaba en general en arcilla refinada, decorada simplemente con una pintura mate.


Poco después del 2000 a. C. aparece a lo largo de toda Grecia un estilo de cerámica que Heinrich Schliemann denominó cerámica miniana o minia, pues fue el primero en encontrarla, en Orcómeno (en Beocia), patria tradicional de los minios. Es un estilo de cerámica sorprendente que se distingue por la superficie barnizada en un gris mate de alta calidad. Parece que la introdujeron los indoeuropeos durante su invasión.


Al principio de la época micénica, circa 1600 a. C., la cerámica que aparece está animada con nuevos motivos de elementos tomados de la naturaleza. Después del 1400 a. C. esta cerámica micénica fue la predominante. Estaba influida fuertemente por los estilos de la Creta minoica. Lo más destacado son las jarras de estilo palacial, jarras de almacenamiento muy elegantes, decoradas con llamativos motivos florales y marinos.


Después del 1200 a. C. y de la caída de la civilización micénica, se reduce la presencia de cerámica. Persistió una cerámica hecha con el torno de alfarero que coexistió con otro tipo de cerámica hecha a mano llamada cerámica bárbara, pero su presencia no se da en todas las regiones de Grecia.


Los vasos del periodo protogeométrico (c. 1050 a. C.-900 a. C.) constituyen el testimonio artístico esencial del principio de la Edad Oscura. La escultura de grandes proporciones aún no era conocida, y a la pintura mural le faltaba un elemento fundamental para su desarrollo: los soportes murales dignos de este nombre. Muchas otras formas artísticas (grabado de marfil, joyería, trabajo de metales) sufrieron una recesión similar.


En cambio, la producción cerámica no se extinguió, en particular en Atenas. Los vasos eran decorados con motivos barnizados de color negro brillante, descendiente de la Edad del Bronce. A veces retoman motivos micénicos (líneas ondulantes trazadas a mano), pero los nuevos motivos (semicírculos, círculos concéntricos) eran diseñados con sumo cuidado, con compás o con peine. La decoración era simple y se adaptaba a la forma del vaso subrayando las formas con anchos trazos horizontales o con bandas negras.


El sitio de Lefkandi es uno de los principales lugares de donde provienen las cerámicas de este periodo. Se descubrió una figurilla excepcional de un centauro, de una altura de 36 cm. Su forma es muy estilizada, y su cuerpo está decorado con plumeados y con formas geométricas.

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